Guillem, uno de los voluntarios del Santuario, le gusta mucho echarse junto a Ramón y Guillem, al que le piden mimos y a él le encanta dárselos.
Guillem y Ramón hubieran terminado en un matadero, rajado de arriba a abajo para desangrase, pero han tenido la inmensa suerte de terminar viviendo en Santuario Gaia, donde vivirán toda su vida felices haciendo lo que quieren y recibiendo todo el amor con el que nunca habían soñado.
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