Un año con Alberto

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Ayer se cumplió el primer año de Alberto en el Santuario, un año en el que ha cambiado mucho. 

Él fue abandonado en el cementerio de Tarragona siendo pequeño. Cuando llegó tenía muchísimo miedo de los humanos, pero por suerte a las pocas semana llegó Magdalena, de la que se convirtió en amigo inseparable, creciendo juntos entre ellos un vínculo muy fuerte, un vínculo que pocos humanos tienen entre sus amigos, ya que se preocupan constantemente uno del otro.

A día de hoy es mucho más sociable, aunque aún seguimos trabajando mucho con él. Su mirada ya ha cambiado, y no es una mirada de terror, sino de amor. Son muchos los días que ya nos deja tocarlo, acariciarlo e incluso tumbarnos junto a él.

Gracias Alberto por llegar a nuestras vidas, por formar parte de esta gran familia.

Después de un año sigue sin tener a nadie que lo haya apadrinado ¿Quieres serlo tú?
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